
Roger Pallarols durante la entrevista con Metrópoli Barcelona
Roger Pallarols (Gremi de Restauració): "Las macropanaderías gozan de una impunidad absoluta en Barcelona"
El director de la organización empresarial hace una radiografía del sector en el ecuador de mandato y denuncia varios aspectos como las limitaciones en las terrazas de la capital catalana, que tienen un horario más restringido que en Tarragona o Lleida
El Gremi de Restauració de Barcelona fue, durante el mandato de Ada Colau, uno de los actores más críticos con el gobierno municipal. Hace dos años, con la llegada de Jaume Collboni al consistorio, la organización tenía grandes expectativas: recuperar el consenso perdido, aliviar la presión normativa y poner fin a lo que consideraban una política hostil hacia el sector.
Ahora, en el ecuador de mandato, su director, Roger Pallarols, asegura a Metrópoli que el balance del Gremi "dista mucho de ser positivo".
El abogado de profesión y exconcejal del Ayuntamiento de Barcelona (2007-2011) advierte de un creciente malestar entre los profesionales del sector. Mientras celebra que se haya apostado por iniciativas como el Pla Endreça, lamenta la falta de "medidas concretas" que solucionen los problemas estructurales y favorezcan la actividad económica.
En la siguiente entrevista con este digital, Pallarols critica la imposición de restricciones horarias en zonas como el Born, la persistente permisividad de las macropanaderías o la falta de planificación sobre el futuro de las terrazas de La Rambla. "Necesitamos una apuesta clara por quienes hacen funcionar la ciudad desde sus negocios", asegura.
Pregunta: ¿Cómo valora la gestión del gobierno municipal en estos dos años?
El inicio fue razonablemente bueno, gracias a la aprobación de la nueva tasa de terrazas y la anulación de la limitación horaria en Ciutat Vella. Sin embargo, el balance general no puede considerarse positivo. La gestión actual genera preocupación entre los restauradores, que no perciben los cambios que esperaban con la apertura de una nueva etapa municipal.
¿Qué medidas urgentes reclaman desde el Gremi para cambiar esta percepción?
Exigimos la retirada inmediata de la nueva restricción horaria en el paseo del Born y el regreso al pacto de horarios establecido en la ordenanza de 2018. Ese acuerdo garantizaba estabilidad y fue vulnerado en 2022 por el anterior gobierno de Colau y Collboni, una línea que lamentablemente se ha mantenido en el actual mandato. Esto ha provocado situaciones muy complicadas en muchos puntos de la ciudad.

Roger Pallarols durante la entrevista con Metrópoli Barcelona
En este contexto, ¿qué clima se respira entre los restauradores?
Hay frustración. Se sienten señalados de forma injusta y cada vez más limitados en su actividad. Se responde al incivismo culpando al sector, criminalizándolo y amenazando con recortes horarios, cuando la mayoría de problemas no tienen nada que ver con su labor. Hay un hartazgo claro hacia el trato que reciben por parte de la administración.
El Gremi ha perseguido con firmeza durante lo que va de mandato a las macropanaderías. ¿Desde cuándo la proliferación de esta actividad preocupa al sector?
Llevamos aproximadamente una década denunciando la impunidad con la que actúa este fenómeno. Los bares de Barcelona están fiscalizados y las macropanaderías gozan de una impunidad absoluta. Nuestra posición ha sido siempre clara: quien quiera hacer de bar, que obtenga una licencia de bar, con todas sus ventajas, pero también con sus obligaciones. Estas panaderías incumplen las condiciones en personal, en sueldos y en seguridad. Pueden pagar a camareros 400 euros menos porque no aplican el convenio de hostelería.
¿Cuál fue el origen normativo de este tipo de establecimientos?
Encontraron su encaje en una ordenanza municipal de 2010, aunque insatisfactoria para todas las partes. En su momento, los límites eran estrictos y la invasión del sector era asumible. El problema ha sido la falta de control: la impunidad se convirtió en norma.

Mostrador de uno de los muchos Vivari que tiene la ciudad de Barcelona
Tras sus denuncias, ¿cree que realmente ha incrementado la inspección en este mandato?
Este ha sido uno de los cambios del actual gobierno: ha aumentado la inspección y la sanción. No obstante, mientras los bares y restaurantes son fiscalizados de forma continua, las panaderías con degustación han gozado de una permisividad absoluta.

Roger Pallarols durante la entrevista con Metrópoli Barcelona
¿Qué acciones ha tomado el Gremi ante esta situación?
En 2019 presentamos una primera batería de denuncias. Tuvimos que recurrir a la Ley de Transparencia para saber qué había hecho la Administración. La respuesta fue alarmante: en la mayoría de casos, los incumplimientos se confirmaron, pero los expedientes estaban caducados, sin ejecutar o sin sanciones. Algo impensable si se tratara de bares o restaurantes.
¿Cuántas licencias de degustación hay actualmente en Barcelona?
Según el Ayuntamiento, unas 600. Periódicamente pedimos estos datos a través del portal de transparencia. A veces aparecen nuevos locales en lugares donde sería difícil justificar su legalidad, y es ahí donde sospechamos que ni siquiera han comunicado su apertura como zona de degustación.
¿Confían en que la Administración actúe?
Vemos una leve reacción, pero aún es pronto para evaluarla. La desconfianza hacia la capacidad de control municipal sigue siendo lógica. Nosotros anunicaremos en breve un nuevo paquete de denuncias contra otros locales que también incumplen.
¿Qué consecuencias tiene esta expansión para la ciudad y sus hosteleros?
Genera un mercado desvirtuado, con competencia desleal, sueldos más bajos, menor calidad de servicio y pérdida de identidad. No aporta nada a nivel artesanal ni mejora las condiciones laborales. Lleva a un modelo de ciudad que deja atrás el arraigo y la innovación que han caracterizado a nuestros bares, restaurantes y panaderías.
¿En qué cree que falla el actual gobierno municipal?
En la falta de actuación. Es fácil responsabilizar solo al funcionariado, que evidentemente debería entender que su función es de servicio público y actuar en consecuencia. Pero la responsabilidad principal es de los cargos electos. Han sido votados para gobernar, y eso implica tomar decisiones y dirigir a sus equipos. En Barcelona, esto debe cambiar.

Roger Pallarols durante la entrevista con Metrópoli Barcelona
¿Cómo valora el Gremi el Pla Endreça? ¿Ha tenido un impacto positivo para el sector?
El acierto ha sido no negar la evidencia: Barcelona tiene desde hace tiempo problemas de limpieza, seguridad y orden. El enfoque es el correcto, pero ahora se necesitan hechos. El Ayuntamiento debe demostrar que quiere favorecer la actividad económica y apoyar a los restauradores. Eso pasa por eliminar trabas innecesarias en la renovación de licencias o en la ampliación de terrazas, y centrarse en lo verdaderamente importante.
En muchas ocasiones han denunciado que algunos movimientos vecinales perjudican al sector por una persecución "exagerada". ¿Cuál es la situación actual de la relación entre el Gremi y la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) en materia de terrazas, una de las cuestiones más polémicas?
La FAVB es una organización respetable, pero no representa a todos los vecinos de Barcelona, que son muchos más. Es una entidad legítima, con amplios recursos públicos, pero sus posiciones están muy alejadas de la opinión media de la ciudadanía. Durante este mandato, han llevado a cabo una ofensiva contra las terrazas coherente con su postura tradicional, que se opone también a la hostelería, al turismo o a grandes eventos. Es legítimo, pero no son interlocutores con quienes negociemos, porque no representan a todo el vecindario. El Gremi opta por dialogar con los representantes electos, quienes sí representan a la ciudadanía en su conjunto.
El Gremi respondió a su ofensiva --una recogida de firmas en contra de la ampliación horaria de las terrazas-- con otra que dobló los participantes a su favor. ¿Cuál es la reacción de los grupos municipales ante estas iniciativas?
La mayoría ha mostrado una actitud sensata y constructiva. Confiamos en que esta responsabilidad se mantenga y que no se genere un conflicto por la normativa de terrazas, especialmente porque nosotros somos los ganadores de este debate y mostramos voluntad de facilitar soluciones.
¿Qué importancia tiene el consenso alcanzado en la ordenanza de terrazas de 2018?
Es un consenso real, difícil de conseguir y no muy lejano en el tiempo. Ha sido revisado con amplios acuerdos, por ejemplo para permitir que terrazas excepcionales pasen a ser definitivas. También se llegó a un pacto sensato en cuanto a horarios.
Barcelona no prevé reabrir el debate sobre la ampliación de horarios en terrazas. ¿Qué opina el Gremi?
Nosotros creemos que se debería reabrir, sin duda. Las terrazas de Barcelona, siendo una ciudad global, deberían tener unos horarios más amplios que Tarragona, Lleida o Girona. Y no es así. Hemos actuado con generosidad y responsabilidad, alcanzando una entente que quizás solo nosotros hemos respetado.
Han llevado a los tribunales algunos recortes horarios. ¿En qué punto se encuentran?
Hace poco se conoció una primera sentencia sobre la Plaza del Sol que da la razón al Gremi de Restauració. El juzgado ha considerado ilegal la restricción horaria y ha estimado nuestras alegaciones. Pero el problema es que el sistema judicial es lento. El Ayuntamiento actúa a sabiendas de que sus decisiones pueden ser ilegales, amparado en la presunción de legalidad y en la ejecutividad de los actos administrativos. Mientras tanto, el pequeño restaurador tarda cuatro o cinco años en obtener una sentencia firme. Esto genera una clara desigualdad. El legislador, tanto español como catalán, debería reflexionar al respecto.

Una terraza de Enric Granados
¿Hay más casos judicializados en marcha?
Sí, esperamos sentencias este año sobre Enrique Granados, la plaza de la Revolució y Joan de Gúernica. Nuestros argumentos son sólidos y creemos que volverán a darnos la razón. Son procedimientos similares y ya sabemos que un juez ha fallado a nuestro favor. Esto es muy fácil de revertir: basta con volver al acuerdo de 2018.
Uno de los grandes proyectos del mandato, que afecta de pleno al sector de la restauración, es la transformación de La Rambla. ¿Cómo influye a los negocios de la zona?
La Rambla ha sido una de las zonas más castigadas por la pandemia y ahora sufre también por la obra. Valoramos positivamente que el Ayuntamiento haya acelerado el proceso, porque alargarlo ocho años más habría sido inaceptable. Lo que seguimos sin saber es qué plan tiene el consistorio para las terrazas. Llevamos siete años preguntando cuántas mesas y sillas habrá al finalizar la reforma, y nunca obtenemos respuesta.

Roger Pallarols durante la entrevista con Metrópoli Barcelona
¿Cómo planifican la nueva etapa?
Todos estamos comprometidos con la mejora estética, pero lo fundamental es saber si se mantendrán los elementos imprescindibles para la viabilidad de los negocios. Si no lo sabemos ahora, no podremos planificar la nueva etapa. Les hemos dado hasta este verano para responder. Si no lo hacen, desconfiaremos de sus intenciones. Si el criterio es el mantenimiento, nos entenderemos. Si es la reducción, nos opondremos con todas nuestras fuerzas.
Otro de los asuntos que más revuelo generan entre los vecinos de Barcelona es la pérdida de restaurantes históricos con la llegada de otros actores. ¿Cree que influye la labor del Ayuntamiento?
Hay factores que forman parte de la evolución natural de una ciudad y su mercado. Pero es cierto que el Ayuntamiento podría hacer más para ayudar a mantener estos negocios que aportan valor e identidad. Hay dos claves: el relevo generacional y la dificultad de adaptar locales con características históricas. En esto último sí puede intervenir el consistorio.
¿Cree que faltan ayudas a estos negocos?
Muchos locales históricos siguen abiertos porque tienen continuidad familiar. En estos casos, el Ayuntamiento debería ayudarles: facilitar obras, adaptar normativas o permitir terrazas cuando sean clave para su viabilidad. Lo que exigiría al consistorio es que actúe en lo que depende de él, sin culparlo por lo que no puede controlar. El mercado cambia y lo vemos en todos los sectores. Está bien lamentar la pérdida, pero es injusto atribuir toda la responsabilidad al sector público.