
El crimen de Navas: 10 años del asesinato de un profesor a manos de un alumno armado con una ballesta
El crimen de Navas: 10 años del asesinato de un profesor a manos de un alumno armado con una ballesta
El 20 de abril de 2015, un menor irrumpió en el instituto Joan Fuster con una ballesta casera y un arma blanca: mató a un docente e hirió a otros profesores y alumnos
Diez años han pasado, pero para muchos, el tiempo no ha curado nada. El 20 de abril de 2015, a las 09:15 horas, el Institut Joan Fuster, en el barrio de Navas, se convirtió en el escenario de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de la educación en España.
Un alumno de 13 años accedió al colegio armado con una ballesta casera y un arma blanca. Una vez llegó a la segunda planta, atacó a varios profesores y compañeros, y acabó con la vida del profesor sustituto Abel Martínez, que intentó proteger a los alumnos.
Décimo aniversario
Abel tenía 35 años, era de Lleida y llevaba poco tiempo en el centro. Soñaba con una plaza fija y, según contaron sus compañeros, irradiaba vocación, calma y paciencia.
La primera persona herida por el menor fue su profesora de ciencias sociales. Después atacó a una alumna, a la que clavó un dardo. Cuando el profesor Abel escuchó los gritos y entró en el aula para socorrer a los alumnos, recibió una puñalada en el pecho. Falleció poco después. Otros dos alumnos también resultaron heridos antes de que el chico fuera desarmado.

Funerarios retiran el cadáver del profesor asesinado por un alumno en el instituto Joan Fuster de Barcelona
Homenaje
Abel Martínez había llegado al instituto Joan Fuster como sustituto apenas unos días antes. Licenciado en Historia, había ejercido como profesor en varios centros.
Su nombre hoy da título a varios premios educativos y placas en escuelas de toda Catalunya, pero sobre todo permanece en la memoria de quienes compartieron con él su corta —pero intensa— trayectoria docente.
Un trastorno mental
El autor del ataque, cuyo nombre no trascendió por ser menor de edad, sufría un cuadro grave de trastorno mental que no había sido detectado a tiempo. La ley le impidió ser imputado penalmente.
Tras el terrible ataque, fue internado en un centro terapéutico, y sobre él cayó un silencio que con los años solo ha crecido. Su familia, desde entonces, vive alejada de los focos.
Un chico "brillante"
Los testimonios recogidos entonces hablaban de un chico brillante en algunos aspectos, solitario en muchos otros, fascinado por mundos oscuros y víctima, quizá, de un entorno que no supo ver las señales.
Según la investigación, el menor llevaba semanas planificando el ataque, influido por videojuegos y referencias a asesinatos escolares en Estados Unidos. El día del crimen, llegó al centro con una ballesta construida por él mismo en casa, un arma blanca y una mochila con más proyectiles.

Instituto de Barcelona, Joan Fuster
Salud mental infantil
En los meses posteriores al suceso, tanto el Departament d’Educació de la Generalitat como el Ministerio de Educación revisaron algunos protocolos de seguridad y atención psicológica en los centros, pero muchos profesionales consideran que no se ha avanzado lo suficiente.
La inversión en salud mental infantil sigue siendo baja, y la atención especializada en los colegios, muy limitada.
10 años después
En el centro, hoy renovado y rebautizado con el nombre Institut Dolors Aleu, las aulas siguen llenas, los patios bulliciosos. Pero cada 20 de abril, un minuto de silencio lo detiene todo. Algunos exalumnos regresan en esta fecha. Algunos docentes siguen allí, con la mirada algo más cansada.
El centro optó por seguir adelante con discreción y apoyo interno, evitando una exposición innecesaria de los alumnos.
Silencio
Diez años después, los protagonistas directos del caso —supervivientes, familiares, profesorado— rara vez acceden a hablar. El silencio ha sido la respuesta más común.
Algunas asociaciones de docentes han reclamado más apoyo institucional y psicológico tras sucesos traumáticos como este, pero el caso Joan Fuster sigue siendo, en muchos aspectos, un tabú.

Exterior del antiguo IES Joan Fuster
Crisis vocacional
La tragedia del Joan Fuster refleja aún a día de hoy un malestar más profundo que, con los años, no ha hecho sino agravarse: la profesión docente en Catalunya vive una crisis de vocaciones. Faltan profesores en muchas especialidades, especialmente en secundaria y FP, y cada vez más jóvenes rechazan opositar o ejercer en institutos donde el desgaste emocional, la sobrecarga burocrática y la falta de recursos son ya estructurales.
En los últimos cursos, la Conselleria d’Educació ha reconocido dificultades para cubrir plazas, y muchos centros recurren a interinos sin formación específica. A esto se suma el aumento de problemas de salud mental entre adolescentes, la creciente presión de las familias y una sensación generalizada de desprotección.
"Cada vez más solos"
"Cada vez somos menos, y cada vez estamos más solos", fueron las declaraciones de una profesora veterana de un instituto público de Barcelona en la última manifestación sobre la situación.
La historia de Abel Martínez sigue doliendo, no solo por lo que pasó, sino por todo lo que todavía no ha cambiado.