Mural Rocalla

Mural Rocalla Inma Santos

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El centro de Barcelona conserva un llamativo anuncio de los años 20: un "monumento" que esconde una trágica historia

El elegante anuncio de los años 20 que decora este rincón de Ciutat Vella es un recuerdo de la oscura historia del amianto

El edificio del centro de Barcelona que esconde un patio histórico: famoso por su escalera y sus arcos góticos

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En el número 4 de la calle Basses de Sant Pere, a pie de calle, las persianas metálicas sirven de lienzo a varios grafitis contemporáneos que anuncian negocios con nombres como Osmosys y Flowspace, ecos de la era digital.

Pero si se alza la vista por encima de la robusta viga de madera que enmarca los bajos, la fachada se transforma radicalmente, revelando un enorme anuncio publicitario de casi un siglo de antigüedad.

Diseño gráfico con historia

Es un reclamo elegante, de trazos limpios y estética ligada a las vanguardias gráficas de finales de los años 20. Ocupa varios pisos y representa los productos estrella de la empresa Rocalla: placas onduladas de cubierta (la omnipresente uralita), tubos o bajantes, y la figura de un obrero transportando un panel.

Techo de uralita en Barcelona / CR

Techo de uralita en Barcelona / CR

El nombre "Rocalla" aparece dos veces, con una tipografía que evoca progreso y solidez. La composición, integrada en la propia arquitectura, tiene una belleza innegable, un eco de la Barcelona que se preparaba para la Exposición Internacional de 1929.

Y no es casualidad. Al parecer, este reclamo publicitario fue obra del grafista alemán Joseph Loewenstein (conocido como Joe Loe), llegado a Barcelona precisamente al calor de la Exposición. Loewenstein fue un activo diseñador en la época, creó cartelería y papelería para Rocalla y colaboró con otros nombres importantes del diseño catalán.

Este mural es, por tanto, un valioso testimonio de la historia del diseño gráfico en la ciudad. Incluso fue cuidadosamente restaurado hace años por la empresa de materiales de construcción J. Roura, que ocupaba los bajos del edificio, ahora cerrados, en un gesto de preservación de este patrimonio visual urbano.

La cara oculta del progreso

Pero la belleza de este vestigio publicitario esconde una cara mucho más oscura, una historia trágica que contrasta brutalmente con la estética amable del anuncio.

Rocalla, fundada en 1929 con una gran fábrica en Castelldefels, fue una de las pioneras en España en la producción de fibrocemento, un material constructivo muy popular a partir de los años 40. Su componente clave: el amianto.

Retirada de un tejado de amianto

Retirada de un tejado de amianto

Hoy sabemos que el amianto es un asesino silencioso. El polvo que se desprende al manipular o romper materiales como las placas de uralita contiene fibras minúsculas que, al ser inhaladas, se clavan en los pulmones provocando asbestosis, una enfermedad pulmonar crónica, incurable y a menudo precursora del cáncer.

La Organización Mundial de la Salud declaró cancerígenos todos los tipos de amianto ya en 1977, pero en España no se prohibió su uso hasta 2002.

Un monumento involuntario

Para entonces, centenares de trabajadores de Rocalla (y de su gran competidora, Uralita S.A., que la absorbió antes de su cierre definitivo en 1993) y personas expuestas al polvo en su entorno ya habían enfermado o fallecido. Decenas de miles en todo el mundo.

Este bello mural no es solo un anuncio antiguo. Es el testigo mudo de una era industrial que prometía modernidad y progreso, pero que llevaba consigo un peligro invisible y letal.

Es un monumento involuntario a las víctimas del amianto. Nos recuerda que las paredes de la ciudad no solo cuentan historias de arte y comercio, sino también de vidas marcadas por los claroscuros del progreso industrial. Una belleza tóxica que permanece, vigilante, casi un siglo después.